Mandela, no nació con hambre de libertad, sino libre en todos los aspectos que le era dado conocer. Pero muy pronto, siendo aún joven, comenzaría a descubrir que ese idilio no era más que una ilusión y que su libertad le había sido arrebatada desde mucho antes de llegar al mundo. Tres años antes de su nacimiento, una Ley de Tierra privó a los africanos del 87% del territorio de su país natal; luego, en 1923, la Ley de Áreas Urbanas creó guetos superpoblados de africanos, eufemísticamente llamados asentamientos nativos o townships, con el fin de suministrar mano de obra barata a la industria de los blancos; más adelante, en 1926, la Ley de Restricción por el Color prohibió a los africanos la práctica de profesiones cualificadas y, posteriormente, la Ley de Representación de los Nativos, de 1936, eliminó a los africanos del censo electoral en Ciudad del Cabo.