Aunque las decisiones son enormemente variadas y ello hace complicado un intento de clasificación, la mayoría de ellas forma parte de uno de los do siguientes grupos: las decisiones inaplazables, que hay que afrontar de manera inmediata, y las decisiones sin una fecha límite. Las primeras (como las que toman a diario los corredores de bolsa) están sometidas a la presión inexorable de los plazos. La persona implicada en ellas no puede apartar los ojos del reloj, tiene que actuar con rapidez y mantenerse inmune al estrés.