Es evidente que tantas cualidades combinadas difícilmente se podrán encontrar en la realidad, y, por otro lado, tampoco es cierto que sean absolutamente necesarias para llegar a ser un líder. El verdadero liderazgo radica en estar a la altura de las circunstancias en cada momento, porque, de hecho, muchos de los grandes líderes lo han sido en una determinada situación y, cuando ésta cambió, dejaron de serlo (piénsese, por ejemplo, en Churchill). Por lo tanto, hay que tratar de ser un líder eficaz, no perfecto.