Los incentivos que lo recompensan y los correctivos que los sancionan operan fuera del mercado en sentido estricto, pues son el resultado de la interacción entre corporaciones, organismos regulatorios, consumidores y la sociedad civil articulada en diversas ONG y otras asociaciones. En su conjunto, estas interacciones pueden lograr que el comportamiento antisocial sea mucho menos atractivo de lo que era tan sólo hace una década. Los consumidores o los organismos reguladores, ayudados por las ONG, reaccionan rápidamente ante un comportamiento que desaprueban y con ello pueden reducir el número de clientes potenciales de una empresa.