El método de trabajo que consiste en sistemas basados en la cooperación humana ignora por completo la premisa dominante de la sociedad occidental respecto a la motivación humana, aquella que inspiró el Leviatán del filósofo Thomas Hobbes: los humanos somos fundamental y universalmente egoístas, impulsados por nuestros propios intereses, y la única forma de tratar con la gente es interviniendo y controlándonos, para que no nos destruyamos unos a otros.